lunes, 24 de marzo de 2014

24 de Marzo: Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia

Un cuento prohibido

Aburrido de recorrer la ciudad con su valija a cuestas 
para vender —por lo menos— doce manteles diarios, harto de 
gastar suelas, cansado de usar los pies, Gaspar decidió 
caminar sobre las manos. Desde ese momento, todos los 
feriados del mes se los pasó encerrado en el altillo de su casa, 
practicando posturas frente al espejo. Al principio, le costó 
bastante esfuerzo mantenerse en equilibrio con las piernas 
para arriba, pero al cabo de reiteradas pruebas en buen 
muchacho logró marchar del revés con asombrosa habilidad. 


Una vez conseguido esto, dedicó todo su empeño para 
desplazarse sosteniendo la valija con cualquiera de sus pies 
descalzos. Pronto pudo hacerlo y su destreza lo alentó. 

— ¡Desde hoy, basta de zapatos! ¡Saldré a vender mis 
manteles caminando sobre las manos! —exclamó Gaspar una 
mañana, mientras desayunaba, Y —dicho y hecho— se dispuso 
a iniciar esa jornada de trabajo andando sobre las manos. 
Su vecina barría la vereda cuando lo vio salir. Gaspar la saludó 
al pasar, quitándose caballerosamente la galera: —Buenos 
días, doña Ramona ¿Qué tal los canarios? 

Pero como la señora permaneció boquiabierta, el muchacho 
volvió a colocarse la galera y dobló la esquina, para no 
fatigarse, colgaba un rato de su pie izquierdo y otro del 
derecho la valija con los manteles, mientras hacía complicadas 
contorsiones a fin de alcanzar los timbres de las casas sin 
ponerse de pie. 

Lamentablemente, a pesar de su entusiasmo, esa mañana no 
vendió ni siquiera un mantel. ¡Ninguna persona confiaba en 
ese vendedor domiciliario que se presentaba caminando sobre 
las manos! 

 —Me rechazaban porque soy el primero en atrever a 
cambiar la costumbre de marchar sobre las piernas…si 
supieran qué distinto se ver el mundo de esta manera, me 
imitarían…paciencia…ya impondré la moda de caminar sobre 
las manos…—pensó, y se aprestó a cruzar una amplia avenida. 

Nunca lo hubiera hecho: Ya era el mediodía…los autos 
circulaban casi pegados unos contra otros cientos de personas 
transitaban apuradas de aquí para allá. 

— ¡Cuidado! ¡Un loco suelto! —gritaron a coro al ver a Gaspar. 
El muchacho las escuchó divertido y siguió atravesando la 
avenida sobre sus manos, lo más campante. 

— ¿Loco yo? Bah, opiniones… 

Pero la gente se aglomeró de inmediato a su alrededor y los 
vehículos lo aturdieron con sus bocinazos, tratando de 
deshacer el atascamiento que había provocado con su singular 
manera de caminar. En un instante, tres vigilantes lo 
rodearon. 

—Está detenido —aseguró uno de ellos, tomándolo de las 
rodillas, mientras los otros dos se comunicaban por  P
radio teléfono con el departamento central de policía. ¡Pobre 
Gaspar! Un camión celular lo condujo a la comisaría más 
próxima, y allí fue interrogado por innumerables policías. 

— ¿Por qué camina con las manos? Es muy sospechoso 
¿Qué oculta en esos guantes? ¡Confiese! ¡Hable! 

Ese día, los ladrones de la ciudad asaltaron los bandos con 
absoluta tranquilidad: toda la policía estaba ocupadísima con 
el “Caso Gaspar—sujeto sospechoso que marcha sobre las 
manos”. 

A pesar de que no sabía qué hacer para salir de esa difícil 
situación, el muchacho mantenía la calma y — 
¡sorprendente!— Continuaba haciendo equilibrio sobre sus 
manos ante la furiosa mirada de tantos vigilantes. Finalmente 
se le ocurrió preguntar: 

 — ¿Está prohibido caminar sobre las manos? 
El jefe de policía tragó saliva y le repitió la preguntó al 
comisario número 1, el comisario número 1 se la transmitió al 
número 2, el número 2 al número 3, el número 3 al número 
4…en un momento, todo el departamento central de policía se 
preguntaba: ¿ Está prohibido caminar sobre las manos? Y por 
más que buscaron en pilas de libros durante varias horas, esa 
prohibición no apareció. No señor. ¡No existía ninguna ley que 
prohibiera marchar sobre las manos ni tampoco otra que 
obligara a usar exclusivamente los pies! 

Así fue como Gaspar recobró la libertad de hacer lo que se 
antojara, siempre que no molestara a los demás con su 
conducta radiante, volvió a salir a la calle andando sobre las 
manos. Y por la calle debe encontrarse en este momento, con 
sus guantes, su galera y su valija, ofreciendo manteles a 
domicilio… ¡Y caminando sobre las manos!”

Elsa Bornemann

Para reflexionar: 
  • ¿Estaba Gaspar haciendo algo fuera de lo común? 
  • Gaspar ¿Estaba perjudicando a alguien al actuar diferente a los otros? 
  • Como personas, ¿podemos pensar diferente? ¿Vestirnos diferentes? 
  • ¿Cuáles fueron algunos de los derechos que no se cumplieron durante la última dictadura militar? 
  • ¿Por qué les parece que este cuento fue prohibido durante esa época?



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